domingo, 18 de noviembre de 2007

09 noviembre
Magacela y circuito de motocross. 03/11/2007

Magacela, La Haba y Circuito de motocross de Don Benito. 04 de noviembre de 2007


A las 12:00 he quedado con toda la “family” en el circuito de motocross de Don Benito, lo primero es desayunar y durante el mismo le digo a mi mujer que me lleve a por mi cacharro que ha pasado la noche del sábado en talleres para la cura de la herida en la rueda. Me pongo las botas, la chaqueta, los guantes y a por el chisme. Es temprano y hasta las doce me da tiempo de hacer un poco el indio. Dicho y hecho, dirección Villanueva para coger el camino de Magacela. Sigue el tiempo inusualmente caluroso para esta época con la desventaja de estar los caminos duros como una piedra y con extensas y profundas cicatrices provocadas por el paso de los tractores, por lo demás el camino es muy fácil, alguna cruzada y poco más. Los que me miran con cara de no muy buenos amigos son los galgueros, ya sabéis, día de caza. Llego a Magacela y me paro en uno de sus miradores, espectaculares vistas de gran parte de La Serena y Las Vegas Altas. Busco caminos que me lleven a La Haba sin más ayuda que mi sentido de la orientación, llego sin problemas y en un tiempo record, las cuestas abajo me hacen ver los 90 en el velocímetro del bicho de cuatro ruedas, ¡increíble!, como anda el trasto. De La Haba a Don Benito miro la hora y para evitar malos rollos con mi familia cambio de dirección y me dirijo a cruzar el Arroyo del Campo y coger el camino a Villanueva. En mi casa esperándome. Le voy a dar una alegría a mi hijo, le digo que se ponga el casco que nos vamos. No se peina, no se lava los dientes y no se como pero ya tiene el casco y las botas puestas y ya está al lado del quad. Por supuesto su madre le obliga a realizar las tareas de aseo no sin un bufido sin traducción por parte de mi hijo. Montamos y quedo a las doce con mi mujer en el circuito. Tampoco es cuestión de perder a mi hijo por el camino, amén del poco margen de tiempo disponible. Así pues me dirijo al camino entre Villanueva y Don Benito, pero los pocos arenales y el mojarse en el Arroyo del Campo hacen que no se le desdibuje la sonrisa en la cara de mi hijo desde que entramos en el camino hasta llegar al circuito.
Estamos en el circuito mi mujer, mis hijos y yo, llamada de Pedro diciendo que se retrasa y que llegará sobre las 12:15 h. Bueno, pues a ver a Paniagua, Lauren y compañía dar saltos en el circuito. No pasan ni cinco minutos cuando desde el segundo salto después de meta se escuchan gritos y lamentos. Una caída. Lo normal es que no sea nada pero veo excesivo movimiento en ese salto con gente pidiendo un coche. Me monto en mi trasto y voy para allá. Paniagua tumbado en el suelo y retorciéndose de dolor con sus manos en la rodilla ¡Joder! Pani otra vez tío, que mala suerte tienen algunos. Hablo con él y me dice “me he jodido la rodilla tío, me la he jodido”. Llamamos al 112 y empezamos a elucubrar sobre la posibilidad de que sean ligamentos pero sin poder ver nada puesto que Pani se retorcía de dolor ante cualquier movimiento. Llega la ambulancia y el médico nos pide que le desabrochemos botas y demás trastos. Él por su lado empieza a cortar su pantalón y ¡¡¡¡JODER!!!, tengo que desviar la mirada hacia otro lado para no volver a ver esa deformada rodilla, me alejo y no vuelvo a mirar, si hay algo en esta vida que no soporto es ver lesiones, (todavía no he sido capaz de ver la lesión de Jorge Garbajosa). Como he padecido alguna que otra y se lo que duele ese momento no puedo ver ninguna, lo estoy contando y se me están poniendo los pelos de punta. Gritos de dolor de Paniagua y caras largas en el resto de la gente. Se lo llevan y para no alargar este mal trago decir que fue operado de desplazamiento de rótula y rotura del ligamento de la misma. En dos meses estará como nuevo, con algún remiendo más, eso sí.
Nos dejan la moto para que se la llevemos a Medellín puesto que ya ha llegado Pedro y dispone de espacio en su carrillo. Desbandada general y nos quedamos solos en el circuito Pedro y yo. Se pone las protecciones, estira y comienza a dar vueltas. Le grabo con mi móvil ya con tío Luís montado en la trasera de mi quad, comienzan las risas y el mal trago se va pasando. Me animo, me pongo el casco y me meto en un circuito de motocross con un atv de 18 caballos. Es cierto gorda, muy sano no estoy. Vuelta de reconocimiento, primer cortado y primer tope de suspensión delantera, más suave tío, más suave, salto de meta y mi chisme se levanta de las cuatro ruedas, ¡puaf! tremendo, cruzada y otro cortado con más topes de suspensión en la recepción. Llega el salto con la subida más fuerte y con más inclinación, mi única duda es si los 18 caballos me llevarían hasta la cresta o por el contrario me pondría de sombrero el cuatro ruedas, increíble sube sin problemas y todavía hubiera subido algo más grande, más curvas, el doble, el de bajada y vuelta a empezar. Pero esta vez había más tráfico en pista y dos gas gas y una yamaha se unieron a la fiesta. A Pedro y su molinillo de café ni olerlo, yo con más ojos en el culo que hacia delante para intentar no molestar cuando en mi punto de mira las dos gas gas. ¿Qué?, ¿Cómo?. Me caliento y voy a por la primera, en el cortado y por mi calentón no os cuento la leche que pego la suspensión delantera, me calmo pero el de la gas gas ya mira para atrás, ¡te tengo!. Se reanuda mi caza y con mi boca buscando oxigeno en uno de los saltos le paso en el aire. Yo creo que ahí el otro piloto pensó “este está como un cencerro”, cortó y me/le dejó/dejé tranquilo. Mi cansancio, el quad pesa 238 kilos en vacío, me obligan a parar, en la explanada mi hijo esperándome como agua de mayo, me mira con ojitos tiernos y que lo voy a hacer, le dejo lo que durante toda la mañana estaba esperando. Se pone el casco, últimos consejos que se pueden resumir en “DESPACIO EHHH” y el retoño comienza a cruzar el quad a hacer derrapes y demás cabriolas con el consiguiente ceño fruncido en mi mujer. No contentos ahora es mi hija la aprieta el gatillo sin conocimiento y mi señora esposa me espeta eso de “tú sabrás, son tus hijos”, pero ver su diversión me divierte. Pedro después de ¡¡¡una hora y veinte minutos!!! de dar vueltas al circuito lo deja y abunda en nuestra teoría de que con 42 años estamos en la flor de la vida.
Día de luces y sombras que terminaron con unas cervecitas y unas raciones en Don Benito.

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